jueves, 3 de junio de 2010

Celebración de la fantasía



Les dejo un cuento muy interesante de Eduardo Galeano.


"Fue a la entrada del pueblo de Ollantaytambo, cerca del Cuzco. Yo me había despedido de un grupo de turistas y estaba solo, mirando de lejos las ruinas de piedra, cuando un niño del lugar, enclenque, haraposo, se acercó a pedirme que le regalara una lapicera. No podía darle la lapicera que tenía, por que la estaba usando en no sé que aburridas anotaciones, pero le ofrecí dibujarle un cerdito en la mano.

Súbitamente, se corrió la voz. De buenas a primeras me encontré rodeado de un enjambre de niños que exigían, a grito pelado, que yo les dibujara bichos en sus manitas cuarteadas de mugre y frío, pieles de cuero quemado: había quien quería un cóndor y quién una serpiente, otros preferían loritos o lechuzas y no faltaba los que pedían un fantasma o un dragón.

Y entonces, en medio de aquel alboroto, un desamparadito que no alzaba mas de un metro del suelo, me mostró un reloj dibujado con tinta negra en su muñeca:

-Me lo mandó un tío mío, que vive en Lima -dijo

-Y anda bien -le pregunté

-Atrasa un poco -reconoció"

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenísimo!!! me voló la cebeza el cuento.

Lucho Paredes dijo...

Me parece un cuento muy apropiado para "entender" (si es que hay algo que entender) la filosofía del niño, que parte de la vida y de lo concreto. Que es asombro y novedad pura.

Anónimo dijo...

Señor Lucho ¿qué está queriendo decir? Que los niños son capaces de hacer filosofar.
Yo creo que por una cuestión lógica no pueden filosofar porque no son capaces de desarrollar el pensamiento abstracto.