jueves, 24 de junio de 2010

Comunidad científica y sociedad




Recientemente me acercaron este texto sobre el rol de la ciencia en la sociedad. Vale la pena leerlo despacio y dejarlo a consideración de los comentaristas del blog.



Desde hace un tiempo a esta parte hay una pregunta, un cuestionamiento que resuena en mi cabeza. Cada vez que observo lo que la gente de ciencia investiga, la temática en la que se desempeñan, el tema que desarrollan, tanto profesionales que he conocido en el medio académico al que pertenezco, lo que he visto en internet, televisión o por el medio que fuese, me surgen los siguientes interrogantes: ¿en qué le cambia eso la vida a la gente? ¿Cómo esa investigación, ese nuevo conocimiento, mejora la vida de la personas? Y entiendo que no todas las ramas de la ciencia tienen como objeto de estudio la realidad humana (psíquica, sociológica, fisiológica, patológico...) y cómo mejorar la calidad de vida, como así también que no todo conocimiento nuevo adquirido tiene una aplicación inmediata, ni supone tampoco una inmediata innovación.

Pero también entiendo que si el investigador se desempeña en el ámbito público, es, guste o no, un empleado público, es empleado de la gente común que paga sus impuestos, los cuales en parte, porcentaje más o menos está destinado a financiar las investigaciones y a pagar los sueldos de los investigadores (si bien, estos también pueden conseguir recursos y financiación propia).

Lo que más me inquieta es que me da la sensación de que los investigadores del ámbito publico, como lamentablemente pasa con la mayoría de los empleados públicos, se olvidan de para quien trabajan y cual es el fin último de su profesión, de su trabajo: beneficiar a aquel que le permite trabajar en lo que ama, no solamente no perjudicarlo. Y si bien ningún ciudadano común, ninguna vecina nuestra por ejemplo, nos vendrá a preguntar en qué invertimos su dinero, creo que también es responsabilidad social del profesional utilizar con sensatez los recursos que se ponen a su disposición.

En consecuencia me surgen muchos más interrogantes como: ¿con qué criterios se aprueba un trabajo de investigación? ¿Qué es lo que se prioriza? ¿Existen áreas o temáticas de investigación que prevalecen sobre otras? ¿Predominan intereses meramente personales, científicos o sociales? ¿Es posible el equilibrio? ¿Emplea el estado y la sociedad en general el conocimiento, las nuevas herramientas que la ciencia le proporciona? ¿Cómo y cuándo las utiliza?

Y esto me surge luego de escuchar a varios y diversos investigadores y profesionales que afirman que sus resultados, predicciones no son tenidas en cuenta ya sea porque imperan intereses económicos, por ignorancia o por simple comodidad o incapacidad de superar las propias limitaciones de ir más allá de los propios conocimientos y valerse de las nuevas herramientas que los científicos ofrecen.

Vamos a ejemplos concretos:

-Médicos que no se “animan” o no “entienden” como utilizar las herramientas que brinda un diagnostico genético para hallar prematuramente una mutación que potencialmente puede causar una enfermedad.

-Grandes empresas constructoras que con el aval del gobierno de turno, construyen nuevos barrios privados en el piedemonte o en otras zonas, en donde estudios previos y actuales, pronostican que el desmonte es un gran riesgo para los futuros habitantes de la zona como así también para los pobladores aguas abajo, ya sea por los riesgos de aluviones, por la erosión, inundaciones y/o por un mayor índice de evapotranspiración, todo lo cual consecuencia de un solo hecho, erradicar la vegetación autóctona y construir palacetes (con yacusi, pileta, palmeras…).

-Otro ejemplo con médicos: traumatólogos que no recetan a sus pacientes terapias fisio-kinesiológicas que se desarrollan y aplican en varios lugares del mundo (entre ellos Estados Unidos, por supuesto), en las cuales el paciente no solo recibe masajes que estimulan y alivian las zonas afectadas sino que también en las que se les enseña cómo hacer sus movimientos diarios y rutinarios (desde cepillarse los dientes hasta hacer una fuerza), como intentar llevar una vida normal, ya que las consideran terapias alternativas pero olvidándose de que trabajan con personas, con pacientes con una vida real y no solo con nervios ciáticos inflamados o con caderas con artrosis...y así podría seguir…

Por tanto, es inevitable dejar pasar este tipo de preguntas: entonces, ¿para qué investigar? ¿Para qué preocuparme en encontrar nuevas o alternativas respuestas a un problema si no se van a aplicar, si no le va a mejorar la vida a nadie? ¿Para qué el gobierno invierte dinero nuestro, de nuestros impuestos pagos en conocimiento que no va a utilizar, que a va archivar en revistas de divulgación científica que sólo leen otros científicos que también están imposibilitados de cambiar la realidad?

Sabemos que el ámbito académico, el ámbito de la investigación pública ofrece relativamente poca presión sobre la investigación o sobre los proyectos que uno sigue, pero podría solicitarle a sus investigadores que de alguna forma devuelvan a la sociedad algo más que el sólo conocimiento, algo que les ayude a mejorar sus vidas, no solamente como consecuencia directa de sus investigaciones sino, y porque no, brindando algún servicio social extra; para que así también se revalore la actividad científica como una herramienta como un servicio para la sociedad.

jueves, 17 de junio de 2010

Sistemas políticos


El post anterior generó una serie debates muy interesantes y posturas muy encontradas que sería muy bueno profundizar. En este propongo abrir más el juego recurriendo un poco al humor dentro de algunas cuestiones que son un tanto tristes y lamentables (otras no). Creo que con una sana cuota de ironía, podemos de algún modo relativizar algo que en sí no es para nada absoluto.

Usted es propietario de dos vacas. Elija cuál es el sistema político que más le conviene:

Feudalismo: Usted tiene dos vacas, el Lord se lleva parte de la leche…

Socialismo puro: Usted tiene dos vacas, el gobierno se las lleva, las pone en un corral comunitario junto con muchas otras. Usted tiene que vigilar las vacas de todo el mundo. El gobierno le da toda la leche que necesite.

Socialismo burocrático: Usted tiene dos vacas, el gobierno se las lleva a un corral comunitario junto con muchas otras. Son vigiladas por ex-cuidadores de gallinas. Usted tiene que cuidar de las gallinas que el gobierno les quito a ellos. El gobierno le garantiza la leche y los huevos que están en el reglamento.

Fascismo: Usted tiene dos vacas, el gobierno se las lleva, a usted le pagan para que las vigile y luego el gobierno le vende la leche.

Comunismo puro: Usted tiene dos vacas. Los vecinos le ayudan a cuidarlas, entre todos se reparten la leche.

Comunismo Ruso: Usted tiene dos vacas, usted tiene que vigilarlas, el gobierno se lleva toda la leche.

Comunismo Camboyano: Usted tiene dos vacas, el gobierno se las lleva, usted es fusilado.

Dictadura: Usted tiene dos vacas, el gobierno se las lleva, usted es reclutado para el ejército.

Democracia pura: Usted tiene dos vacas, los vecinos deciden quién se queda con la leche.

Democracia representativa: Usted tiene dos vacas, los vecinos eligen a alguien que decida quién se queda con la leche.

Democracia CEE (Comunidad Económica Europea): Usted tiene dos vacas, el gobierno le dice cómo las debe alimentar y cuándo las va a ordeñar. Luego le paga para que tire la leche a la basura. Luego se las lleva, mata una y ordeña la otra. Al final le obliga a llenar papeles justificando la falta de una vaca.

Anarquía pura: Usted tiene dos vacas, o vende la leche a un precio justo o sus vecinos lo matan para robarla.

Capitalismo: Usted tiene dos vacas, vende una y se compra un toro.

Capitalismo “latinoamericano”: Ud. tiene dos vacas. Ante un consejo de un Banco extranjero, vende las dos vacas a una multinacional para la cual termina trabajando por monedas, con las cuales apenas compra la leche. Cuando ya gastó el capital por la venta de las vacas, le echa la culpa al Banco que lo asesoró (y que cobró una comisión de la multinacional), a la multinacional y todos los países que en su momento tenían dos vacas y canjearon una de ellas por un toro.

Humanismo: Usted tiene dos vacas, la liga protectora de los animales se las lleva para el zoológico.

Hinduismo: Usted tiene dos vacas, ellas le dicen lo qué debe hacer.

Surrealismo: Usted tiene dos jirafas, el gobierno le obliga a bailar salsa.

sábado, 12 de junio de 2010

Soy totalmente hegeliana



Así dijo Cristina Fernández de Kirchner allá por el 2007 en el Congreso Internacional de Filosofía que se realizó en San Juan.

Propongo tres análisis respecto de esta declaración. El primero, quizás el más trivial, es partir de lo que dice Hegel (en una carta) de la mujer en sí y de la mujer en la política, cosa que no comparto para nada pero es bueno refrescarlo ya que la señora Cristina se ha encuadrado en la defensa de las mujeres ("compañeras de género", como las denomina ella) y en una gran serie de reivindicaciones y quien la siga y lea esto no sólo le resultará extraño, sino también hasta repulsivo.

El segundo análsis, el más importante para mi por cierto, se dirigirá a la descripción del significado y los tópicos que tiene la política en Hegel.

El tercer análisis de refiere a las diferentes consecuencias (dos) que se dispararon con el pensamiento de Hegel, a través de una cita de Don Juan Domingo Perón.

Las adhesiones, detracciones, simpatías y antipatías se las dejo a ustedes. Sin embargo me animo a decir que tal declaración causa algo de preocupación y, por qué no, miedo.

1) Las mujeres según Hegel

«La diferencia entre el hombre y la mujer es igual a la que existe entre el animal y la planta», escribió Hegel. «El animal se asemeja al carácter del hombre, y la planta al de la mujer, porque su evolución consiste más bien en un tranquilo despliegue de energía, que tiene como principio la unidad indeterminada del sentimiento. Si las mujeres es¬tán al frente del gobierno, el Estado está en peligro, porque no actúan conforme a las demandas del público, sino que siguen inclinaciones y opiniones casuales. También las mujeres se están, de alguna manera, cultivando –no se sa¬be cómo- casi como si absorbiesen las ideas más a través de la vida que mediante la adquisición de conocimientos. El hombre, por otra parte, tiene que alcanzar su posición luchando por adquirir ideas y mediante enormes esfuerzos técnicos»

2. La política en Hegel

Para Hegel el conjunto de la historia de los hombres constituye un Todo en el que quedan absorbidos y superados cada uno de los períodos y de los sucesos particulares. Cuando ese Todo que abarca las distintas etapas alcanza su plena manifestación, se aprecia que los acontecimientos han discurrido de un modo perfectamente lógico y racional. Tanto las cosas buenas como las malas, las acciones justas como las más injustas y perversas, los crímenes, lo absurdo y lo irracional, tienen su razón de ser en el Todo Absoluto.

Hombres como Alejandro Magno, César, Napoleón, etc., son guías en los que se encarna el Espíritu de la Historia. Están por encima de cualquier moral y pueden cometer en nombre del Espíritu que encarnan los más feroces asesinatos. Los hechos particulares no tienen verdad. La verdad corresponde al Absoluto, a la totalidad. Hacia el final del proceso se advierte el sentido. Al principio se desarrolla de modo inconsciente y progresivamente se va desvelando. La iluminación definitiva ocurre cuando se cae en la cuenta de que el Absoluto –Dios- no es otra cosa que " la perfecta autoconciencia del hombre que se ha comprendido a sí mismo después de haber transitado el camino de su ascenso."

El devenir histórico se desenvuelve según la ley de la dialéctica. A cada instancia le sucede su negación. Después viene la síntesis donde se encuentran superados los dos momentos anteriores. Como tesis o primera fase de la historia, Hegel considera la civilización oriental, su antítesis está representada por la cultura mediterránea desde Grecia y el Imperio Romano hasta el Renacimiento, la síntesis suprema de esta gran dialéctica histórica se encuentra en los pueblos del norte de Europa, especialmente en los germanos y en el Estado prusiano.

Hegel nutre una profunda admiración por la institución del Estado. Según el mecanismo de la dialéctica el Estado es la síntesis de dos momentos. Contiene los elementos de la familia y de la sociedad civil oportunamente sintetizados. La familia con el sentimiento de amor que la une es la tesis. Su negación o antítesis equivale a la dispersión de las familias en la sociedad civil. La síntesis es "el Estado " que establece las leyes por las que deben regirse las familias en un organismo más completo y total. El Estado goza de una categoría DIVINA. Es una realidad de superior racionalidad a la que deben sujetarse todos los individuos.

Dentro de esta lógica Hegel llega a justificar no sólo el uso de la FUERZA, sino también la TIRANÍA. La dictadura se justifica como instrumento del Espíritu Absoluto para alcanzar sus fines. Todos los individuos se hallan sujetos a la voluntad del Estado entendido como una especie de divinidad.

La ulterior aplicación de la dialéctica hegeliana se refiere al significado del arte, de la religión y de la filosofía en su evolución histórico-cultural.

El arte primitivo es la tesis, el punto de partida. Fase en que lo Absoluto se expresa en imágenes simbólicas. Sucesivamente se manifiesta en la religión, antítesis, cuando el hombre adquiere la conciencia del Absoluto, Dios como Ser distinto y más allá del mundo. La filosofía hegeliana constituye la síntesis que absorbe y supera a la religión. La humanidad alcanza el nivel de su suprema autoconciencia cuando comprende que el Absoluto -Dios- no es un Ser distinto, sino la perfecta identidad del hombre universal consigo mismo.

Es importante la distinción entre “la edad religiosa” y la “edad filosófica”. “La edad religiosa” es la época denominada de la “conciencia infeliz”, la infelicidad de quien no ha superado la religión, que todavía desea un Dios diverso del hombre mismo.


3. Las distintas direcciones a partir de Hegel

Sería interesante que alguien cercano a la Señora le hiciera conocer la opinión sobre este tema de quien para ella ha sido líder indiscutible del movimiento que integra y expresada en otro congreso de filosofía en el año 1949, en esa oportunidad Juan Domingo Perón decía:

“En los hegelianos existió una derecha y una izquierda. Tan pronto como esa escuela se reflejó en el poder asistimos a la formación de sociedades de índole diversa: el hombre apareció anulado en unas, frente a los imperativos estatales, o con vagas posibilidades de redención en otras, condicionadas por el equilibrio entre el interés común y la jerarquía individual. En ambos casos no nos está permitido dudar de la trascendencia de Hegel en la liquidación de la disputa. Si la derecha hegeliana puede derivar hacia un teísmo conservador, la izquierda se desliza necesariamente a un materialismo no filosófico y, me atrevería a sostenerlo, no humano. Por distintos caminos, se alcanza la pendiente marxista.”

viernes, 11 de junio de 2010

Condenados a ser libres



"Si en efecto la existencia precede a la esencia, no se podrá jamás explicar por referencia a una naturaleza humana dada y fija; dicho de otro modo, no hay determinismo, el hombre es libre, el hombre es libertad. Si, por otra parte, Dios no existe, no encontramos frente a nosotros valores u òrdenes que legitimen nuestra conducta. Así, no tenemos ni detrás ni delante de nosotros, en el dominio luminoso de los valores, justificaciones ni excusas. Estamos solos, sin excusas. Es lo que expresaré diciendo que el hombre está condenado a ser libre. Condenado porque no se ha creado a sí mismo, y sin embargo, por otro lado, libre, porque una vez arrojado en el mundo es responsable de todo lo que hace"

J.P. Sartre, El existencialismo es un humanismo

jueves, 3 de junio de 2010

Celebración de la fantasía



Les dejo un cuento muy interesante de Eduardo Galeano.


"Fue a la entrada del pueblo de Ollantaytambo, cerca del Cuzco. Yo me había despedido de un grupo de turistas y estaba solo, mirando de lejos las ruinas de piedra, cuando un niño del lugar, enclenque, haraposo, se acercó a pedirme que le regalara una lapicera. No podía darle la lapicera que tenía, por que la estaba usando en no sé que aburridas anotaciones, pero le ofrecí dibujarle un cerdito en la mano.

Súbitamente, se corrió la voz. De buenas a primeras me encontré rodeado de un enjambre de niños que exigían, a grito pelado, que yo les dibujara bichos en sus manitas cuarteadas de mugre y frío, pieles de cuero quemado: había quien quería un cóndor y quién una serpiente, otros preferían loritos o lechuzas y no faltaba los que pedían un fantasma o un dragón.

Y entonces, en medio de aquel alboroto, un desamparadito que no alzaba mas de un metro del suelo, me mostró un reloj dibujado con tinta negra en su muñeca:

-Me lo mandó un tío mío, que vive en Lima -dijo

-Y anda bien -le pregunté

-Atrasa un poco -reconoció"