
Recientemente me acercaron este texto sobre el rol de la ciencia en la sociedad. Vale la pena leerlo despacio y dejarlo a consideración de los comentaristas del blog.
Desde hace un tiempo a esta parte hay una pregunta, un cuestionamiento que resuena en mi cabeza. Cada vez que observo lo que la gente de ciencia investiga, la temática en la que se desempeñan, el tema que desarrollan, tanto profesionales que he conocido en el medio académico al que pertenezco, lo que he visto en internet, televisión o por el medio que fuese, me surgen los siguientes interrogantes: ¿en qué le cambia eso la vida a la gente? ¿Cómo esa investigación, ese nuevo conocimiento, mejora la vida de la personas? Y entiendo que no todas las ramas de la ciencia tienen como objeto de estudio la realidad humana (psíquica, sociológica, fisiológica, patológico...) y cómo mejorar la calidad de vida, como así también que no todo conocimiento nuevo adquirido tiene una aplicación inmediata, ni supone tampoco una inmediata innovación.
Pero también entiendo que si el investigador se desempeña en el ámbito público, es, guste o no, un empleado público, es empleado de la gente común que paga sus impuestos, los cuales en parte, porcentaje más o menos está destinado a financiar las investigaciones y a pagar los sueldos de los investigadores (si bien, estos también pueden conseguir recursos y financiación propia).
Lo que más me inquieta es que me da la sensación de que los investigadores del ámbito publico, como lamentablemente pasa con la mayoría de los empleados públicos, se olvidan de para quien trabajan y cual es el fin último de su profesión, de su trabajo: beneficiar a aquel que le permite trabajar en lo que ama, no solamente no perjudicarlo. Y si bien ningún ciudadano común, ninguna vecina nuestra por ejemplo, nos vendrá a preguntar en qué invertimos su dinero, creo que también es responsabilidad social del profesional utilizar con sensatez los recursos que se ponen a su disposición.
En consecuencia me surgen muchos más interrogantes como: ¿con qué criterios se aprueba un trabajo de investigación? ¿Qué es lo que se prioriza? ¿Existen áreas o temáticas de investigación que prevalecen sobre otras? ¿Predominan intereses meramente personales, científicos o sociales? ¿Es posible el equilibrio? ¿Emplea el estado y la sociedad en general el conocimiento, las nuevas herramientas que la ciencia le proporciona? ¿Cómo y cuándo las utiliza?
Y esto me surge luego de escuchar a varios y diversos investigadores y profesionales que afirman que sus resultados, predicciones no son tenidas en cuenta ya sea porque imperan intereses económicos, por ignorancia o por simple comodidad o incapacidad de superar las propias limitaciones de ir más allá de los propios conocimientos y valerse de las nuevas herramientas que los científicos ofrecen.
Vamos a ejemplos concretos:
-Médicos que no se “animan” o no “entienden” como utilizar las herramientas que brinda un diagnostico genético para hallar prematuramente una mutación que potencialmente puede causar una enfermedad.
-Grandes empresas constructoras que con el aval del gobierno de turno, construyen nuevos barrios privados en el piedemonte o en otras zonas, en donde estudios previos y actuales, pronostican que el desmonte es un gran riesgo para los futuros habitantes de la zona como así también para los pobladores aguas abajo, ya sea por los riesgos de aluviones, por la erosión, inundaciones y/o por un mayor índice de evapotranspiración, todo lo cual consecuencia de un solo hecho, erradicar la vegetación autóctona y construir palacetes (con yacusi, pileta, palmeras…).
-Otro ejemplo con médicos: traumatólogos que no recetan a sus pacientes terapias fisio-kinesiológicas que se desarrollan y aplican en varios lugares del mundo (entre ellos Estados Unidos, por supuesto), en las cuales el paciente no solo recibe masajes que estimulan y alivian las zonas afectadas sino que también en las que se les enseña cómo hacer sus movimientos diarios y rutinarios (desde cepillarse los dientes hasta hacer una fuerza), como intentar llevar una vida normal, ya que las consideran terapias alternativas pero olvidándose de que trabajan con personas, con pacientes con una vida real y no solo con nervios ciáticos inflamados o con caderas con artrosis...y así podría seguir…
Por tanto, es inevitable dejar pasar este tipo de preguntas: entonces, ¿para qué investigar? ¿Para qué preocuparme en encontrar nuevas o alternativas respuestas a un problema si no se van a aplicar, si no le va a mejorar la vida a nadie? ¿Para qué el gobierno invierte dinero nuestro, de nuestros impuestos pagos en conocimiento que no va a utilizar, que a va archivar en revistas de divulgación científica que sólo leen otros científicos que también están imposibilitados de cambiar la realidad?
Sabemos que el ámbito académico, el ámbito de la investigación pública ofrece relativamente poca presión sobre la investigación o sobre los proyectos que uno sigue, pero podría solicitarle a sus investigadores que de alguna forma devuelvan a la sociedad algo más que el sólo conocimiento, algo que les ayude a mejorar sus vidas, no solamente como consecuencia directa de sus investigaciones sino, y porque no, brindando algún servicio social extra; para que así también se revalore la actividad científica como una herramienta como un servicio para la sociedad.