jueves, 29 de julio de 2010

La caída (I)



Este texto constituye un extracto del parágrafo núm. 38 de "Ser y tiempo" para mirar y admirar.

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Habladuría, curiosidad y ambigüedad caracterizan la manera como el Dasein es cotidianamente su “Ahí”, es decir, la aperturidad del estar‐en‐el‐mundo. En cuanto determinaciones existenciales, estos caracteres no son algo que está‐ahí en el Dasein, sino que contribuyen a constituir su ser. En ellos y en su conexión de ser se revela un modo fundamental del ser de la cotidianidad, que nosotros llamamos la caída [Verfallen] del Dasein.

Este término no expresa ninguna valoración negativa; su significado es el siguiente: el Dasein está inmediata y regularmente en medio del “mundo” del que se ocupa. Este absorberse en… tiene ordinariamente el carácter de un estar perdido en lo público del uno. Por lo pronto, el Dasein ha desertado siempre de sí mismo en cuanto poder‐ser‐sí‐mismo propio, y ha caído en el “mundo”. El estado de caída en el “mundo” designa el absorberse en la convivencia regida por la habladuría, la curiosidad y la ambigüedad [...]

Por consiguiente, el estado de caída del Dasein no debe ser comprendido como una “caída” desde un “estado original” más puro y más alto. De ello no sólo no tenemos ninguna experiencia óntica, sino tampoco posibilidades y cauces ontológicos de interpretación. [...]

La estructura ontológico‐existencial de la caída sería también mal entendida si se le quisiera atribuir el sentido de una mala y deplorable propiedad óntica que, en una etapa más desarrollada de la cultura humana, pudiera quizás ser eliminada. En la primera alusión al estar‐en‐el‐mundo en cuanto constitución fundamental del Dasein, y asimismo en la caracterización de sus momentos estructurales constitutivos, quedó sin considerar, en el análisis de aquella constitución de ser, su [concreto] modo fenoménico de ser. Se describieron, ciertamente, los posibles modos fundamentales del estar‐en: la ocupación y la solicitud. Pero la pregunta por el modo de ser cotidiano de ellos quedó sin examinar. También se nos mostró que el estar‐en no tiene nada que ver con un enfrentamiento puramente contemplativo o activo, es decir, con un estar‐ahí‐juntos de un sujeto y un objeto. Sin embargo no pudo menos de quedar la apariencia de que el estar‐en‐el‐mundo funciona como una armazón rígida dentro de la cual se desenvolverían los posibles comportamientos del Dasein en relación a su mundo, sin tocar la “armazón” misma en su ser. Pero esta presunta “armazón” contribuye también a constituir el modo de ser del Dasein. El fenómeno de la caída pone de manifiesto en forma palpable una modalidad existencial del estar‐en‐el‐mundo.

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